jueves, 28 de enero de 2010

Maps - Yeah Yeah Yeahs


Dicen que el que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse.

A veces, uno se tiene que ir, y no quiere.

Otras veces, uno reuerda con añoranzas cuando uno no podía irse.

Ahora que uno está afuera, se da cuenta de que en realidad, uno sólo salió a dar la vuelta de manera indefinida.

Ahora, me rehúso a regresar, me la estoy pasando de huevos.

Quizás necesite irme después. Por ahora, todo anda bien.

Quizás no necesite irme. Puedo quedarme tranquilo.

Todo, al menos por este ahora de meses, me ha gustado bastante.

Me pregunto cuánto durará todo esto.

Me pregunto hasta cuándo podré tolerar... perseverar.




Pack up
I'm straight
Enough
Oh, say, say, say
Oh, say, say, say
Oh, say, say, say
Oh, say, say, say
Oh, say, say, say

Wait, they don't love you like I love you
Wait, they don't love you like I love you
Maps
Wait, they don't love you like I love you

Made off
Don't stray
My kind's your kind
I'll stay the same

Pack up
Don't stray
Oh, say, say, say
Oh, say, say, say

Wait, they don't love you like I love you
Wait, they don't love you like I love you
Maps
Wait, they don't love you like I love you

Wait, they don't love you like I love you
Maps
Wait, they don't love you like I love you

Wait, they don't love you like I love you
Wait, they don't love you like I love you
Maps, wait
They don't love you like I love you

Wait, they don't love you like I love you
Maps
Wait, they don't love you like I love you

lunes, 18 de enero de 2010

Del la exclusividad, la poli y monogamias, del cómo amo a mi pareja.


No termino de entender la necesidad de una relación monógama, pese a que para algunas personas pudiera significar una forma de constituir una sociedad de protección o algo similar. Creo que hay las mismas o mayores ventajas en una relación poligámica, o muchas más si es abierta (en la poligámica se ejerce la sexualidad con varias personas y en la abierta el carácter sexual no implica necesariamente ni poligamia ni monogamia).

La seguridad emocional entre las personas que ejercen una relación de pareja sexoafectiva, desde mi punto de vista, tendría que generarse por muchos otros canales además del sexual (el intelectual y el sentimental) , pilares, que desde mi punto de vista, que generan el tipo de vinculación entre las personas. Es en su cualidad y conexión donde nace el decir qué tipo de relación se tiene con el/la otr@. Creo que se puede amar a alguien desde alguno, algunos o todos los canales.

Para mi, nadie debiera ser exclusivo, más bien creo que todos somos diversos. El generar élites en las relaciones sólo permite rellenar huecos de inseguridad, que al final ni terminaran de llenarse, ni dejarán de ser huecos. Creo que el usar a las personas como llenaderos emocionales es algo irresponsable, completamente egoísta, peligroso y a favor de una dependencia que pudiera no ser nada constructiva. Ergo, para mi, hacer exclusividades con mis parejas sexoafectivas resulta contraproducente e innecesario. No busco generar élites o cambios sustanciales de estatus sentimental al mantener alguna relación sexoafectiva con alguien, solo amarle de manera incondicional en tiempo y forma. Creo que nunca se puede amar de manera igual a personas diferentes, además de que es claro el amor de pareja cuando se da. También creo que el amor no es estático, está vivo, y como todo ser vivo, puede nacer, crecer y morir.

Para mí, hay una clara distinción entre el sexo casual y hacer el amor. Quizás las dos puedan llevarse de la mano bajo ciertos casos, pero no en el general, y es bastante limítrofe pensar que una cosa tenga que implicar a la otra. Habemos muchos contraejemplos de eso, algunos que nos jactamos de serlo, y hay muchísimos otros que lo niegan y en el fondo lo ejercen (¿cuantas personas no "traicionan" a sus seres amados por "una aventura"?). Que esté bien o mal, eso es cosa de la moral y no de los hechos. Los hechos nos respaldan, existimos personas poligámicas que nunca hemos vivido la monogamia por mera convicción. Al final, para mi, resulta más constructivo, para una relación, no hacerla depender de exclusividad alguna que la pueda vulnerar (esa es la fuerza de las relaciones abiertas). Prefiero que las relaciones crezcan como seres vivos, y que den lo que tengan que dar en los momentos que tengan que dar. Todo bajo una forma fortuita que nada tiene que ver con lo efímero, todo bajo lo que las decisiones propias y de la pareja den, siempre bajo acuerdos y consensos acerca de lo que pudiera estructurar la relación, siempre tratando de comunicar al grado permisible por el lenguaje, que ya de por si, muchos límites nos pone.

Quizás la monogamia pueda acontecer en una relación, y si se da de manera fortuita, podría ser mucho mejor. De igual manera con la poligamia. Nada puede acontecer de manera fortuita en una relación cerrada porque se da por entendido que se tiene que ejercer una función ante el otro (función que además resulta hegemónica y con muchos prejuicios). Para mi, es claro que lo fortuito rara vez sucederá, al menos en este tiempo. Creo que quienes necesitan monogamia o poligamia, en el fondo (o no tanto) son personas inseguras. Creo que lo interesante es no necesitar característica alguna del otro para poder amarlo y recibir de aquel, amor.

Me gusta pensar que lo fortuito liga las vidas de las personas, y también me gusta que las decisiones que tomamos nos den como resultado las cosas que anhelamos. Mejor, si en dicho anhelo se incluye un bienestar común, o es anhelo de dos (o más) el propio.

jueves, 14 de enero de 2010

De la posesión y el humano



Pienso, y como un celo de mi alma, guardo en mi vientre los sentires que entre las musas bagan y me recuerdan el efímero estado de enagenamiento que me justifica ahora mismo: prisión de cómodos barrotes y pisos laminados, prisión que entre los paños viejos acumula los saberes de algo que todos conocemos como ambiguo. En este mundo de seres apáticos y tibios, acurrucados y arrinconados en confortables escondites, cabe la posibilidad de que estemos encerrados en una prisión que arranca de un sólo movimiento toda libertad al humano, para que si así lo decide él mismo se vuelva un suspiro acongojado e inútil en una tarde apática y sin chiste. Ahora, en este espacio tan diferente al del origen, en este lugar tan ajeno de la naturaleza esencial que nos conformó, nos encontramos nosotros mismos -los humanos-, como sociedades de consumo, antagonistas y desquiciadas, sin fundamentos vinculables a los favores naturales de los que nos hemos generado.

La conciencia logra que todo esto se vea como un absurdo anhelo remarcando la verdadera necesidad de parar, de renunciar constantemente al estatus propio, consecutivo al fantasma de la realidad en el que nos encontramos viviendo. Si se asume esto como verdadero, quienes se digan conscientes tienen que hacerse a un lado de aquello que aprisiona. Si así nos decimos, tenemos que hacer a un lado aquello que hace al humano algo no humano, algo no orgánico y aferrado a lo enérgico por su beneficio egocéntrico. Tenemos que lograr una refundación y emancipar otras ideas, hegemonizar la deshegemonización de las palabras, tenemos que dejar libres a las letras por regiones, tenemos que reconocer el legado que de Babel nos fue otorgado. Quienes se llamen conscientes tendrán que asumir la necesidad de la propagación de energía y no su concentración en alguna forma, la disipación de las lenguas y no su predominancia global, la diversidad y variedad que el conocimiento que nos permite poder manejarlo de manera neutral y regional, concentrar energía, hacen del conocimiento un capital redituable... El flujo tiene que ser disperso, no concentrado, el flujo de la energía (por lo tanto de la vida), tiene que dejar de ser concentrado en esa masa malébola que sólo consume y degenera destruyendo, deconstruyendo de manera anticipada y violenta la naturaleza original y primigenia. El camino al acumulamiento de energía sólo permite generar trabajo innesesario, calor que no nos sirve, poder que no se usa, capital que delimita.

Para mí, las mentes libres, las de verdaderos humanos, serán las que vivan el conflicto de la posesión, los que vivan el luto propio, los que afronten todo miedo con conciencia y conocimiento, los que sientan sus pasiones con libertad y sin necesidad de con ello destruir o destruirse.

El poder, la superioridad, el capital (en cualquiera de sus formas): la posesión. Tenemos que definir bien esas ideas para poder contrarrestarlas, tenemos que, ya sea dese la prisión racional, o fuera de ella, liberarnos de esta realidad predominaste que nos ha anclado para calcinarnos. Tenemos que, desde la cotidianidad, renunciar a lo que se posee, lo que se adquiere. Los humanos, entre uno de tantos barrotes, admiramos e idolatramos al de la posesión, que es el que más nos aferra a este mundo.