lunes, 22 de diciembre de 2008

Chale...

Chale o chiaaale se usan comúnmente para denotar cierto tipo de circunstancias amagadas a un entretejido de otredades que posiblemente son no deseables, y sin embargo, también pueden implicar otro tipo de desglosamientos ajenos a la voluntad, pero siempre, sin lugar a dudas, representa una coyuntura necesaria de explicar.

El chale puede nacer cuando dos personas se ven a los ojos, se rozan los labios, se tocan con mucha ropa el cuerpo hasta las 6 45 de la mañana, o incluso hacen el amor con mente y alma pero nunca físicamente, y después de todo eso se preguntan a si mismas por qué no pueden estar juntas. En este caso, la palabra chale denota una especie de frustración.

Cuando un individuo de dos, decide usar la palabra chale, pudiera ser que está también impresionado por las exageradas circunstancias que lo atan con el otro (que pudiera no ser siempre uno de los dos individuos), quizás involuntarias, quizás voluntarias, pero que emergen y se hacen evidentes. En este caso, la palabra chale es imperativa o sorpresiva y puede usarse con uno o con el otro (de los propósitos imperativo o sorpresivo, desde luego...).

Chale también puede compartirse como un churrazco de felicidad cuando encuentras en el otro un reflejo extemporáneo de tu persona.

Chale suele ser un suspiro de nostalgia o tristeza por el otro, pero siempre, sin lugar a dudas, te revuelve el estómago y te exige que lo digas, pocas veces lo piensas, y hasta a veces se te sale cuando no debe. En ese contexto, el chale común se puede convertir en un chale de tristezas, un suspiro de decepción, un amargo trago que no termina con la palabra.

Chale también se seca, y pudiera ser peligrosa la sobre exposición de dicha palabra en lo cotidiano sin previo acuerdo o consenso.

De cualquier forma... chale...

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