jueves, 25 de junio de 2009

Del misterio y la locura


No hay destino entrepuesto entre estas normas que nos rigen. Son tan fáciles como el fluir del viento, tan disipadas como la brisa nocturna en una noche de verano, tan verdaderas como el sin sentido que se maneja en la vida. Así pasan las enseñanzas de los sabios, que entre metáforas y símbolos, unen recuerdos de un historial colectivo que no cesa de dejar la existencia, y que con su huella ha construido costras de concreto en un mundo de piedras y plantas, mares y peces, cantos y pájaros.

Es aquí donde convergemos a lugares de humo y niebla que poco a poco nos van intoxicando, que poco a poco nos acercan más a lo otro, a lo ajeno, a lo que no es nuestra esencia y por lo tanto no nos define, y es ese espejo de la noche el que permite el desencanto de letanías racionales tan violentas, y es el artificial cielo morado de proporciones excéntricas lo que le da vida y consuelo al vivir en este suelo, en esta historia, en esta guía, en esta ciudad.

Las raíces de esta plaga nacen profundas en lo mágico, en lo encantado. Nacen en el origen de lenguas muertas o asesinadas, detenidas y limitadas por una eterna patraña, una patética idealización de un mensaje concreto, de una comunicación limpia, de una pulcritud tan carente de imperfección que genera asco, fanatismo, terquedad y racismo. Ese dogma vuelto arpía, vuela, se posa, le saca los ojos al misterio y destaza los recuerdos de promesas incumplidas de alguna sabiduría absoluta. De aquellas lenguas solo quedan olvido y omisión, evasión de un ente que se entregó en sacrificio a un monstruo. Es de esos cuerpos mutilados y olvidados, es que nace el deber de llamar a la locura a este instante.

Ante este mundo de personas con tendencia a lo normal, no hay remedio mas que la locura desenfrenada de las masas, la negación de toda norma como una consecuencia directa de la subversión y no el sometimiento de las almas como un negocio. El diálogo, el consenso, la libre interpretación, el derecho a la no información y a la transparencia de almas. Ante este mundo de tibios y secos individuos receptores de ficciones como la posesión y el consumo, no hay mas que el volvernos locos y alcanzar la independencia de sus propias vidas. Alejarnos de la idea de estatus, revolcarnos en lodo con caca, olernos las colas y montarnos, imitar ridículamente nuestra interpretación de lo más animal que tengamos. Todo en protesta, todo en signo de inconfundible disidencia. En este mundo falto de locos, hadas, fantasías y misticismos, necesitamos alcanzar aquella esencia de lo humano que nos ha sido arrebatada por convertirnos en bonitos reflejos uno del otro. Necesitamos dejar de ver nuestra unidad através de lo que nos hace iguales, y encontrar, através de nuestras diferencias, puntos en los que podamos concordar y hacer nuestras tribus, nuestras genéricas acciones para delimitar nuestros destinos a algo diferente al asqueroso consumo y producción de un capital sin chiste, sin magia, estéril y sin belleza.

Busquemos en el fondo de las almas colectivas de las piedras y los árboles, esa chispa que hace sentir a la vida algo diferente, algo que permita la exclusividad de nuestras existencias. No un objetivo de existencia, más como un consecuente tangible de lo que ahora somos y por lo que vale la pena seguir existiendo. No poseer una idea o un sentimiento, afirmarlo entre las sombras como recuerdos de un rocío nocturno o unas ascuas residentes en el seno de una fogata muerta; residuos de energía que ahora nos permite despertar en un mundo de crisis.

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