domingo, 17 de mayo de 2009

Del acto de pensarte y no sentirte

I

El día de hoy, es un día catártico por ser un aniversario de mi luto, de mis cadenas, de mi felicidad y de esas escenas magicas de diciembre. Sólo quiero liberarlas y liberarme. Sólo quiero dejar de estar en la parte oscura de mi alma, refugiado del dolor que da vivir todo el tiempo... Hay respiros y me genero la ilusión de que independientemente de lo que la vida me refuta la realidad, las cosas siempre valen la pena, al menos al final. Cómo hace tiempo no lo hacía, hoy recuerdo con nostalgia y amargura los anhelos de mi vida pasada. Encuentro que en mi camino he cambiado infinidad de direcciones. Dejé de trazar la ruta para mi destino y sin quererlo, he construido el camino hacia mi hacer, pensar y sentir.

II


Recuerdos y recuerdos. Un acto tras otro y una vida repleta de otredades que determinan y delimitan misteriosamente al alma y al espíritu, así sin más, como la división efímera entre las nubes y el aire, ente los astros y el espacio, entre la nada y el algo. Efímera y patética entrañable circunstancia que me permite la vida, que es la vida, que es el sueño de encontrarse adormilado en un mundo pestilente y a la vez hermoso. Vivir sin deseos de soledad y acompañado de la desolación que da el encontrarse viviendo así sin más. Deseos y deseos. No decir nada entre frases moribundas que sólo confunden a los lectores, no concebir nada entre las palabras y sílabas que conforman un escrito. Y sin embargo, permitir que entre ellas cada quien entienda lo que quiere y lo que lo vea cómo sea su voluntad. La poesía hace eso, logrando además que lo que el escritor siente, sea transmitido por esa efímera y división entre el sin sentido y el acto estético. Esa es la misma división entre las nubes y el aire, los astros y el espacio, la nada y el algo.

El amor, esa ancla que mantiene a mi existencia, se conforma principalmente de deseos, y en mis actos, los deseos son motor para la resistencia, la disidencia, mi terquedad y mis sueños. Más anhelos y remembranzas viven de un mundo futuro que no existe, en una profecía incumplida, en una magia vuelta chantaje. Mis anhelos viven desvirtuados y arrinconados en un montón de frustraciones. Y yo, fanático de inquisitar y de usar palabras nuevas, me reuso a huir de todo, y con los pantalones bien puestos, aunque bofos y guangos, me decido a usar también al amor como remo para avanzar contra el río. ¿Mi balsa? La vida que me atribuyó de manera negligente y sin humildad este destino, la vida que le arranco a lo otro para fundamentarme y ser lo que ahora soy. Lo que soy.

Amor. Amor. Amor y cansancio. Amor e ilusiones, soñar despierto y vivir de sueños, vivir volando... Luego, agitar mi cabeza para no seguir imaginando circunstancias o personas que pueden lastimarme más si lo sigo haciendo. Voltear en esa onírica calluela que tanto me recuerda mi casa de Coyoacán y mi mundo deseado, mi mundo alcanzado y el estatus que me sabe a mediocridad estridente. Caminando por esos lares se generan constructos y escenas que no pasarán, deja-vus de otras realidades que se manifiestan en mi mente que te busca en los coches plateados que pasan, en las colas de caballo chinas que veo en la calle, en las bermudas, en las sonrisas, en las miradas. En todo te busco pero no te encuentro. Y ya, sin más que desearte, me hago chiquito y me doy cuenta que no es recíproco, que no es leal, que no funciona así. Me da coraje, me hace sentir mal, y me dan ganas de mandarte a la chingada. Pero no. Ese estúpido remo-ancla, me impide dejar de tenerte fe, dejar de deificarte. Hay algo que me impide cortarte de tajo, hay algo que me impide seguir mi vida sin ti, sin anhelos y con algo nuevo. No se, es un sentimiento, la sola idea de alejarte (mas) de mi vida me hace sentir (mas) miserable y desconsolado.

III


Perdón. Es mucho de lo que sabes decir y se aceptar. Es mucho de lo que pedimos los humanos cuando no sabemos que hacer, cuando nos sentimos acorralados para solucionar algo que no podemos. Es una manera de pedir una justa consideración que nos limpia de cualquier responsabilidad conciente, de acto, de afecto, de fe. Es un regalo que se le pide al otro para no cambiar estatus, para poder seguir, para poder evadir o superar. Perdonar es diferente a pedir perdón. Pedir perdón es quizás por mucho, más sencillo que perdonar. Cuando amas, el dar perdón (perdonar), es un acto de entrega. Entregas en cada perdón un poco más de lo que haz podido dar a otro. Es pisotear tus sentimientos y hacerlos a un lado para decir "si, no hay pedo, está chido", y en el fondo, sin que sepas como, ya acribillaste a algunas pasiones que tenías que soltar, que tenías que gritar, que tenías que exigir. Y eso pasa, porque el amor se vuelve un San Miguel, un arcángel que mata a demonios y que defiende tu divinidad, tu estúpida figura deificada. También entra al mecanismo la parte lógica. Te da la ligera impresión que el origen de dichas pasiones asesinadas provienen de pensamientos infundados. No importa que el pensamiento que desvirtuad a otros pensamientos sea también infundado. Estando frente a ti, y tu acto de pedir perdón, lo que se siente no es otra cosa más que una desesperada angustia por dejar de ver tu arrepentimiento. Se siente algo feo, se siente mal saber que te sientes mal y por eso inmediatamente se perdona al ser amado.

IV


La crueldad es algo imperdonable. No es que le quite al humano su humanidad, de hecho, la crueldad fundamenta la humanidad del humano. No por eso se puede perdonar. La crueldad es un sentimiento que pudiera ser circunstancial. El destino que nos une (unió), por ejemplo, es un destino cruel. Nuestras acciones (las mías al menos) no fueron lo suficientemente crueles para quitarle crueldad al ese patético destino. Y ahora, que no se dónde estamos y que somos, ni por qué nos hemos conocido, me doy cuenta de que no hay otra cosa más que crueldad en este destino nuestro y en los actos que hemos permitido. Y ahora, el juez que vive en mi, me permite decir estas aseveraciones sin importancia:

Cruel tu, al saber de mi amor y no hacer nada. Cruel yo, al seguir lastimándome con ideas estúpidas de un futuro que no pasará. Cruel tu, por dejarme al aire tanto tiempo, por dejarme varado entre mes y meses que solemos vemos. Cruel yo, por esperarte tanto y seguir deseándote generándome ilusiones. Cruel tu y yo, por Casiope. Cruel Casiope por no luchar en este mundo de mierda. Cruel el destino por intersecarnos en ese momento tan fantástico, y más cruel, por permitir que pudiéramos compartir más cosas. Crueles yo y tu, por seguir tomado decisiones que nos harían sentir dañados, que me harían sentir dañado. Cruel el acto que me ha generado el seguir escribiéndote. Cruel, saber que no leerás esto en mucho tiempo, y más cruel, que quizás cuando lo leas, nada de lo que diga aplique ya, al menos no en el mismo contexto o forma.

Luego, después de juzgar y llamarnos pequeños tiranos, me siento bien, y a la vez cabizbajo. Se que no merecemos esos juicios, se que en el fondo, ninguno de los dos quiso eso, pero mi poca firmeza, me sirve para reconocer que ASÍ HA sido. Yo estoy profundamente lastimado y no me duele reconocerlo. La herida, la llaga, la sangre, ahora las veo como un sacrificio de mi ser por todo lo que hay a mi alrededor. Quiero dejar de ser mártir, y ahora, expongo esta herida como un acto de ofrecimiento al otro. Y será quizás con eso, con lo que al final me aferre más a la vida...

Al final, hubo algo que escribí recientemente en el Realiti Chow que va muy ad hoc con esto:

"Al amor lo podemos entender como la disposición de sacrificio hacia algo/alguien."

No hay comentarios.: