miércoles, 20 de mayo de 2009

La duda y el misterio



¿Qué es la duda? Muchas cosas. La duda dice mucho de lo que uno puede esperar, dice verdades y mentiras, dice dolores y decepciones. También te muestra panoramas, alimenta inseguridades, y si dejas que te consuma carcome todo y te deja sin nada. Puede funcionar como una medida, como una forma de ver la certeza de la gente, puede funcionar como un espejo, como mecanismo de identidad si hay una duda en común.

Dudas, muchas dudas han crecido como hierva mala en esta planta, que ya de por si, tenía facha de hierva mala (por lo corriente... ja...). Pero a diferencia de ti, esta yerba mala que ha crecido a tu al rededor es non grata, y sin embargo, evidente. Tu yo evidenciamos cosas distintas, distintas formas de lazos, distintos miedos y distintas tintas en nuestros escritos, en nuestros libros de la vida. Sin embargo, somos esa casa de espejos deformados que nos saben a chiste o pesadilla, sueño o demencia, a bendición y nunca a maldición. Burlas y burlas de destinos que nos arremeten a pensar que lo que vivimos ya lo hemos vivido fuera de estas vidas, pulsos que nos demuestran que lo que sentimos ya había pasado. Un instinto en nuestro corazón que hace latir esto que pasa.

Certeza. La palabra que me falta en el vocabulario común. A la falta de certeza no la llamaría duda, la llamaría estupidez común. Y si, no es por falta de autoestima o autoflagelación, pero he pecado de estupidez. Divine me mataría por haber cometido estupidez, por ese delito, por dicha pena máxima; el gordo travestido me humillaría con su patética concepción de justicia y luego me quemaría en un árbol, amarrado y lamentando mi existencia. Yo no soy tan inquisitivo (bueno, quizás un poco, pero no como Divine), creo que la estupidez se cura con conciencia. Así me enamoró el Disidente Romántico, haciéndome sentir seguro de lo que él sentía. Tengo que reconocer que no es grato saberlo y que quizás sea mala idea publicarlo en este blog, pero a diferencia del amor que le tengo/tuve al Disidente romántico, lo que siento ahora excede hasta mis expectativas. Y es mejor así, así me permite tomar decisiones y dejar a un lado las cosas marchitas que de alguna forma me estorbaban en la vida.

De nuevo ha habido un cambio, pero no es tan drástico. Yo seguiré mi rutina, pero ahora, tengo la certeza de que mi soledad es relativa. Dejaré a un lado esa estupidez que he tenido al dudar y dejaré de volar. No se necesita ya. Me queda claro que esto no es algo que esté en nuestras manos, como alguna vez te lo dije. La certeza está en que ni tú ni yo lo controlamos. Así es. La diferencia está en que a mi me costó trabajo descubrirlo y tu lo supiste siempre. Mucho dolor, diría yo, mucho penar, y muchas de esas emociones que le cuestan a uno cuando carece de experiencia. Esa es también la diferencia, al menos en la expresión de eso.

Dolor y placer. A veces uno, a veces otro, pero nunca uno y otro de manera constante. Por más miserable que sea tu vida, no siempre estás recibiendo dolor o placer. Reducir eso a dos cosas, es como asumir que todo siempre te lleva a la consecuencia del bien y el mal que tanto refutas. Hay una gama, hay una gama que siempre lleva a una dirección, pero no siempre llega al punto final de la escala, sea el dolor, o sea el placer. La duda, por ejemplo, puede ser dolorosa y placentera. Es quizás cuando se vuelve morbo que adquiere esa cualidad ambivalente, y sin embargo, podemos afirmar que nunca es lo mismo. El misterio es otra de esas cosas ambivalentes que te hacen sentir una mezcla de dolor y placer. Si que hay diferencias entre el misterio y la duda. La duda no puede ser misterio, y el misterio si puede ser duda, cuando dudas de la misma. Cuando uno no sabe del por qué duda, es más un impulso de la inseguridad o un miedo que duda.

Los misterios son más sutiles que las dudas. Es un misterio mi amor por ti, por ejemplo. Ese es un misterio porque solo a mi me consta y porque sólo a mi me concierne. Tú nunca tendrás certeza de lo que siento como yo nunca la tendré de lo que tú sientes. Eso pasa porque somos dos universos diferentes y venimos de dos concepciones ajenas de lo que es el amor. Podría extenderlo al lenguaje que nos rodea, y que además limita nuestra capacidad de comunicar esta clase de cosas. Otro misterio, por ejemplo, es el misterio del lenguaje. Es casi tan paradójico como el concebir la comunicación através de él. El lenguaje, es únicamente una manera de acotar apropiaciones sutiles de ideas que no comprendemos. Pero es justo esa sutileza que le da poder al lenguaje. Su riqueza no radica en la veracidad de sus significantes, si no el uso que se le da a los mismos para generar formas que permiten la vinculación con lo otro. Los misterios de la lengua yacen suscritos en el alma de la lengua, en los sentimientos que plasmamos a las palabras. Sus mecanismos de funcionamiento son el espíritu. La parte corpórea es lo que escribe el humano en dicho lenguaje. Es así, que hay tantos lenguajes como personas, y hay palabras como variaciones en las letras. Todo, un engranaje sostenido en el vacío, en la nada, en el espacio, así como nosotros o el mundo, que somos una pequeña intersección entre la energía que existe y el vacío. Fuera de eso, el porqué de la existencia de todo, tu puedes creer lo que quieras, tu lo construyes y es igual de válido e igual de verás como lo es para un sacerdote, o un chaman, o un mago, o un escéptico. El por qué de ese pequeño misterio que no es general porque no existe una realidad. Quisiera creer que los misterios de la vida son esas cosas que son válidas bajo cualquier explicación y nunca encontrarán generales. El encontrar formas de consensuar dichos misterios les quita su esencia, y el vivirlos genera más misterios. Una duda surge cuando tratamos de matar a un misterio, cuando no nos es suficiente encontrarle una estructura. Dudas que nacen por nuestra falta de humildad para asumir que está bien no tener la razón, que está bien creer en algo que nos guste, que nos genere satisfacción y que no necesariamente sea verdad.

La realidad, es otro tema.

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