miércoles, 22 de abril de 2009

Neblina de las Tormentas




La niebla. Más perdido nunca había estado. Incubación emocional. Así me pasa. Lo guardo todo para mi y trato de no compartírtelo, trato de no sentirlo para dejar de lastimarme y parar tu confusión. Me atosiga y me contrae para encontrarme con una realidad que no he pedido, me hace encontrarme con una realidad que ya perdí. Te perdí de vista porque me he perdido de nuestro camino. Me perdí pensando, imaginando, soñando. Cree algo que no era real y lo vi real. Sentí un espejismo. Bendito espejismo psicotrópico. Maldita realidad caprichosa.

El amor no es un espejismo. Eso es lo cruel de esta realidad, de este sufrir cotidiano, de este drama interminable. Quizás todo lo demás que hemos vivido pudiera ser un espejismo, pero no esto que siento. Uno siente miles de cosas antes que el amor, pero cuando uno finalmente asume que lo es, ya no hay de otra, es amor y ya se chingó el asunto. Quizás es como el acontecer de la muerte, cuando pasa, ya no hay vuelta atrás, es permanente el cambio, es permanente y asi se queda pase lo que pase. Lo que sucede aquí, es también como la vida, como cuando después de nacer se sigue vivo o se muere. La vida misma, es una institución peculiar que permite la muerte, y la muerte, de alguna manera al acontecer entre los cambios, permite la vida. Quizás lo menos trascendente de dichos procesos está en la pequeña línea que hace diferente a la muerte de la vida. Lo demás, lo que está entre esos dos lugares bipolares, es para mi lo que cuenta. Lo que se vive hasta que uno muere, es finalmente lo que puede significar y trascender. Tu lo llamas experiencia.

Soy terrenal por naturaleza y dramático por circunstancia. Siempre he sido así y tengo que admitir que no siempre me siento conforme con ello. Hubo veces que solo sentía, soñaba y caía. No siempre me aferré tanto a lo que me sucede. Ahora, la experiencia que he adquirido en pocos años me permite saber y afirmar lo que siento. Si, duele, pero también reconforta. Si sólo doliera no estaría aferrándome tanto. Y aunque hoy retomé eso de no saber nada, de no encontrar certidumbres, me queda clara una sola cosa. Te he amado y eso no se cambia de la noche a la mañana.

Otra vez volví a esperarte, pero esta ves es diferente. Soy alguien que cuando espera, generalmente espera lo peor, no por eso dejo de contar otros escenarios posibles, no considero las otras posibilidades, pero al menos las evalúo tantito.

Sigo soñando contigo, esté despierto o esté dormido. Ya no me duele tanto, pero sigue arrastrándome a sentirme arrinconado. Tanto drama sólo responde a la impresión de no querer ser decepcionado y no decepcionar a nadie. Es una responsabilidad muy fuerte esto de asumir el amor que uno le tiene a alguien. Lo bueno o lo malo, es que eso se ha vuelto en un marco de referencia para que me pueda entenderme un poco conmigo mismo. Al menos me vincula con lo que siento y me permite tener una vana y efimera inestabilidad que me reconforta un poco. ¿Qué por qué me reconforta si es inestabilidad?. Sencillamente porque me permite no estar mal todo el tiempo, todo el día. Me deja ratos en los que puedo dedicarme a mis cosas, aunque sea de medio tiempo.

Mañana estaré como si nada, y el viernes andaré buscando un lugar para echarme a llorar. Esa es la inestabilidad de la tormenta en la que estoy. Y la guía que me queda, ese sentimiento burdo y malformado que tengo, solo me recuerda cosas más dolorosas o más frustrantes. También me anima un poco, me hace sentir libre, en un lugar pasado. No hay mas luces, y comienzo a creer que necesito caminar en la oscuridad. Me da miedo, pero se, que eventualmente volveré a ver tu luz. Quizás deje esta analogía y encuentre otro lugar. Quizás amanezca, quizás ya no deteste tanto a la primavera cuando eso pase. Mientras, no me queda otra mas que seguir hacia dónde pueda, hacia dónde mi corazón y mi razón me sigan dictando, cada uno en su lugar, cada uno en sus partes corporales...

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