lunes, 9 de marzo de 2009

De la Paz y el Alacrán



Vuelto en la misericordia del que decide seguir andando, vuelo rumbo al cementerio para enterrar a la paz. Es la paz que he aniquilado, que me he adjudicado sin permiso, que he robado. Robé y ultrajé sin desearlo, victimicé a un ente que luego se volvió insuficiente y lejano. Descansa en paz, paz desierta y falsa.

Con los restos de tu piel en mi altar te haz vuelto parte de mis ritos. Con lo que quedó de esa ilusión falaz, ahora te invoco a cada suerte y a cada testimonio. No te encuentro y estas adentro, paz que de todo te acongojas. Dejaste de ser ilusión por querer convertirte realidad y ahora te haz escapado de quien te había resguardado tanto tiempo.

No eras paz, paz falsa e inaudita. Te robé de un manotazo, de un cuetazo y de cuetes en un castillo pirotécnico. Te robé cuando vi al cielo nocturno y noté que llovías por todos lados. No te maté yo, tu sola te suicidaste en aquella iglesia, tu sola estallaste en aquellos instantes perturbadores. Yo sólo te dí el tiro de gracia, yo sólo te recibí en mi mano, en mis ojos. Luego noté que en la mirada de aquel escorpión ya no estabas. Te habías vuelto un regalo demasiado circunstancial y yo mismo no me había dado cuenta. Tu cadáver fue dividido en miles, y en dos trozos quedaste junto a mis manos. Uno quedó conmigo y el otro lo obsequié para rendirte culto. Y ahora, el alacrán, el escorpión yace enajenado. Tu, su medicina, tu su poder y su consuelo. Alacrán sin veneno, alacrán indefenso. Así quedó su poder de muerte y su poder de cura.

Alacrán: ahora que no tienes donde esconderte te escondes de ti mismo, descansas. Buscarás la paz en tu aguijón, buscarás tu propio piquete, tu droga. Buscarás huir y buscarás encontrar a la paz de nuevo en tu regazo, en tu corazón, en tus sentimientos. Tu exoesqueleto ahora está blando, tus pinzas no aprietan, casi ni caminas. Haz cambiado, hemos cambiado. Yo por tu paz que he robado y que me haz dado, que no pedí, que no he perdido. Tu por los ojos que viste aquella noche de diciembrem, cuando estallaba tu paz en pedazos, en cuetes, en papel celofán plateado, en magia, en conexiones, en ilusiones y en sentimientos.

¿Y luego que harás con tu paz cuando la encuentres?. De nada sirve la paz, de nada sirve descansar si vuelves a cansarte, si vuelves a enfermarte y aferrarte al amor terco. De nada sirve alcanzarte si luego luego te vas y te escondes. De nada sirve luchar si no dejas que te toque, que nos toquemos, que nos veamos, que nos besemos. Servirá de consuelo al desafío, pero jamás podrás encontrar tu paz como antes. Se ha muerto, la maté, se mató. La he rendido culto y luego acribillado, regalado una de sus milésimas partes. La otra, está en mi altar con mis drogas y mis ritos, con mis pies y mis anhelos. Te la devuelvo si quieres. Te devuelvo mi cachito de cadáver, ¿pero de qué servirá si ya te he regalado todo lo que tengo? Te regalé mi corazón, te regalé mis viajes, te regalé mis pensamientos y te he regalado todo lo que tengo. ¿Qué puedes hacer con un cachito de paz ficticia, qué puedes hacer con una piel obsoleta, con un objeto? ¿Esconderte, afrontar, encontrar, establecerte, recuperarte?

Haz lo que quieras con ella, que yo no tengo más que pueda darte y aquí la tienes. Cómela, úsala, vívela. Escóndete y afronta, encuentra y establécete. Recupérate. Saldrás manco, saldrás sin tu aguijón, sin tu veneno. Estaré yo con la cara en alto buscando siempre el desafío de volver a verte, de perturbarme con tu mirada que ha sido arrebatada de su paz ¡Paz errante y delincuente, que cómo una flecha te clavaste en mi horizonte!, ¡que como luz iluminaste aquella noche!... que como hierba mala te plantaste... Descansa en paz, paz errante...

No hay comentarios.: