viernes, 20 de marzo de 2009

Posibles efectos secundarios de consumir Feuertrunkina




Lo primero que uno tiene que tener en cuenta antes de consumir feuertrunkina es que no siempre se alcanzan los mismos efectos alucinógenos e iluminativos, si es que alguna vez se vivieron. Después de un tiempo, lo que menos se tarda en estropearse es el cerebro. Ya que se ha instalado una fuerte adicción a consumirla no queda espacio para más cosas. Intente meterse al cerebro cualquier otra substancia o idea y le producirá una distrofia espiritual (quizás comparable al dolor que inflige querer hacerse una lobotomía con una navaja de afeitar). La razón de esto es la ligera demencia permanente que le surge en cada momento de consumo. En otras palabras, cuando la feuertrunkina alcanza una adicción, será demasiado tarde, usted no podrá ser más que un verdadero tarado.

No obstante, la permanencia de dicha taradez dependerá equivalentemente a la dicha generada por el agente enervante, la cantidad de cariño que le tenga el consumidor a la substancia y la cantidad de anhelos que se le tengan a su objeto portador (ente que la contenga). Si usted no quiere mucho al agente que la transporta consigo, no tendrá problemas en dejarla y recuperar muy gradualmente su cordura. Si ama al portador no habrá mucho que hacer por usted, se lo ha cargado la chingada. Es común que en este punto ya se haya vuelto fanático de una secta a la que sólo usted pertenece. Lo particularmente poco común de este punto, es el resultado que se obtiene si usted mismo resulta portador de dicha substancia hacia otro ente y vicebersa. Siendo así, podrá estar seguro que el contacto será completamente mazoquista.

El segundo efecto secundario (posterior a la taradez), es que comenzará a experimentar una atrofia progresiva en cada uno de sus órganos corporales, en este orden: Abdomen alto, hacia al fondo del estómago y desde la boca del estómago al esófago, luego hacia la traquea y se atorará en la faringe. Experimentará con eso, hartos nudos en la garganta. Después la podredumbre irá hacia toda la panza con nauseas y calambres internos. La muerte, en esos casos, podría llegarle en cualquier momento. Podría durar en ese estado días o segundos, y en ambos de los casos, se termina revolcado en el piso llorando como magdalena durante al menos hasta que acabe su vida.

Ya que piensa que murió, y que no hay nada que hacer, se da cuenta de que sólo pasaron diez o quince segundos. Usted sigue vivo y escribiendo (leyendo o imaginando), sandeces en frente de una computadora.

El tercer efecto secundario es el síndrome de inactividad atípica. Deja usted de hacer todo lo que debe por estar en un trance añorante e inconveniente. Deja de comer y deja de prestar atención al dolor interno. Deja de haber reproducción energética en su alma y su cuerpo comienza a desmembrarse al ritmo que su corazón late incluso una vez al día. En este punto, su cerebro se habrá podrido y será un verdadero vegetal, por no decir que también tendrá una hueva inmensa ante todo.

Poco después, el cuerpo entero se pudre.

Al final de su consumo, otro de los efectos secundarios es que de súbito se suspira, y con ello se depura de muchas chaquetas mentales. Poco después de eso, se siente cómo todos los efectos secundarios (que lo hacían sentir a uno en una novela de Kafka convirtiéndose en bicho) desaparecen.

Al final, sigue viviendo y solo ha sido otro mal viaje con la feuertrunkina. Evidentemente la percepción temporal de la realidad se ha visto afectada de nuevo, una vez más.

Fuera de eso, todos los efectos secundarios restantes son completamente sanos para el organismo, sin por decir de la dicha generosa que producen, y la felicidad incomparable y estáticamente permanente si de pura casualidad es usted correspondido en ese trance.

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