martes, 24 de marzo de 2009

Repentínamente



Así sin más:

-Hubo un sacrificio en el cerro, una muerte. A mi de lejos y a ti de cerca, eso de la muerte se nos ha vuelto un acto un tanto cotidiano, quizás sólo sea el acto de trascendencia en el que los seres cambiamos de plano energético para propagar de una manera diferente la energía, quizás solo sea un evento inexplicable de dimensiones extrasensoriales.

-Anuncias tu muerte y te mueres, pero antes me matas... y luego, yo acá en mi shock del nuevo nacimiento, me quedo estático en la cólera de maldecirme un poco... y luego, ya después de haber guacareado la culpa, me siento bien. Estáticamente inestable, es decir, constantemente voluble.

-Usamos palabras que luego olvidamos, pero no actos. Esos se quedan incrustados en una parte de nuestro pensamiento, de nuestro recuerdo que tan bien nos sabe, nuestro fatídico pseudocostructo llamado presente, que se ha guardado muy bien en eso que nos ha formado, nuestro pretérito mal conjugado y perfectamente confeccionado.

-De nuevo te vas y en las orillas de tus actos te renuevas, te contemplas en otros tiempos, te reflejas, te combinas con tus ancestros y volamos. Esta tristeza inunda mares, lagos quizás antes que mares, estanques antes que lagos, ríos, riachuelos, charcos... almas, vidas. Llenamos más que estas vidas con esos presentes a los que les llamamos actos. Déjame dejar la tristeza para no poder confundirme.

-Volteas a verme y sin querer nos saqueamos lo que nos queda y nos lo volvemos a dar ¿Qué nos queda de todo esto? Sueño despierto y me despiertas, porque es así tu pensar y caminas sobre un terremoto, y flotamos en esa tormenta. Así pues, llenos de artilugios, nos disfrazamos de otredades para encaminarnos sin pretexto a la desidia de si vernos o hablarnos.

En resumen:

Así sin más hubo un sacrificio en el cerro, una muerte. La anuncias y te mueres pero antes me matas. Usamos palabras que luego olvidamos y de nuevo te vas, y en las orillas de tus actos te renuevas pues volteas a verme. Y sin querer, nos saqueamos lo que nos queda y nos lo volvemos a dar en vida para encaminarnos sin pretexto a la desidia de si vernos o hablarnos...

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